HERRERO MARTÍN, CATALINA
Desde que soy pequeña tengo una obsesión rara con los cactus. Puede que sea porque mi bisabuela le regaló uno a mi madre porque era un desastre con las plantas pero le gustaban y este ha crecido conmigo.
O tal vez sea porque me gusta su vida: crecen pasando desapercibidos, buscando sol y que alguien les preste atención de vez en cuando y los riegue. No necesitan mucho, supongo que yo tampoco.
Me gusta que sean tan bonitos pero hagan daño, y si aprendes a cuidarlos, les salgan flores; hay personas que son así.
Quizá sea porque al escribir mi vida en verso solo pudiera hacerlo a través de una metáfora y esta fuera la de un cactus.
No puedo asegurar que sea el mejor libro del mundo. De hecho, puedo aseguraros que no lo es, pero vais a encontrar vida, mi vida.
Os invito a leer el cactus que ha sido mi vida, y todas y cada una de las espinas que me he clavado para ser quien soy hoy.
Leed sin miedo a pincharos.
Al final todos necesitamos a alguien que nos dé luz, un poco de soledad de vez en cuando y alguien que se acuerde de nosotros y nos ayude a crecer, gracias a las personas que han formado parte de mi camino.
Gracias a ti, que me lees, por dejarme cumplir mi sueño.